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lunes, 22 de abril de 2013

La Cripta

Tras las afiladas verjas de hierro, oculta por la hambrienta oscuridad de la noche, una gabardina recorre su camino entre las lápidas, de ella solo se atisba un pálido rostro, su mirada profunda y fría esta fija en su destino; un abovedado panteón cubierto por una gigantesca cúpula. 


Una blanquecina mano emerge de la gabardina y se aferra al desgastado pomo, un estridente sonido se produce tras abrirse la puerta a la vez que las antorchas misteriosamente encendidas dejan ver unas escaleras que parecen llevar al interior de la tierra.
La silenciosa figura desciende peldaño tras peldaño, no se detiene a contemplar las sangrientas escenas de las pinturas situadas a su alrededor.


Tras el paso de unos instantes de tiempo sus pasos le llevan a una gran sala que recorre poco a poco, gigantescas formas arácnidas huyen del amo del lugar. Se detiene ante un ataúd de piedra en el centro de la estancia.El hambriento ya fue saciado, la noche termina, llega la hora de ocupar su preciado nicho en la dantesca cripta tras las afiladas verjas de hierro

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